lunes, 25 de febrero de 2013

Criterios de Evaluación: Segundo parcial Let.-102

Criterios de Evaluación: Segundo parcial Let.-102

Producción de ensayo argumentativo

Procesos de planificación

 
Contiene todos los elementos inherentes al plan

El planteamiento (tesis) se enuncia en una oración simple

El planteamiento es coherente al tópico

Las ideas del desarrollo (argumentos) son enunciadas en oraciones simple

Los argumentos empleados en el desarrollo son coherentes al planteamiento

El número de oraciones del desarrollo corresponde a la extensión del texto: de cinco a siete párrafos

Las ideas enunciadas en el plan son claras, breves y precisas

Emplea adecuadamente la ortografía

La conclusión ha quedado abierta



Procesos de redacción


Posee un título adecuado al contenido

Es coherente al plan o esquema planificado

Acorde a la extensión planificada: de cinco a siete párrafos

Los párrafos contienen alrededor de cinco oraciones

En la introducción queda expresado el planteamiento (tesis)

Los recursos utilizados en la introducción son pertinentes a la misma

Los párrafos de desarrollo revelan las ideas planificadas, conforme al orden establecido en el esquema

Se emplean argumentos pertinentes y variados

Las ideas expresadas conservan la brevedad, la claridad y la precisión

Posee coherencia local, caracterizada por la conexión y progresión del mensaje

Utiliza un tono reflexivo, variado y formal

Prevalece la opinión y el punto de vista del autor

Se aprecia la intención comunicativa del autor

Establece vinculación entre el locutor y el interlocutor

Emplea adecuadamente la ortografía

En la conclusión queda evidenciada la reafirmación de la tesis

Se evidencia una estructura definida: tesis-demostración









































martes, 12 de febrero de 2013

Los enunciados que aparecen a continuación presentan debilidades en su redacción. Determine estas debilidades; luego redacte cada enunciado según crea correcto. Finalmente compruebe los resultados con el segundo material
1.- De esta manera, estudios realizados sobre el aprendizaje en animales recién nacidos muestran que estos, por instinto natural, tienden a identificar el primer ser moviente como uno de sus padres, y cuando estos faltan, buscan otro animal, incluso de diferente especie, como un ser humano, que pueda reemplazar a su progenitor.
2.- Todo ello (los banquetes del restaurante de un casino) se realiza dentro del ambiente más selecto en el que una relajante decoración en armonía con múltiples y bellas plantas de interior, ponen la nota de distinción de este establecimiento que, como ya hemos mencionado, destaca por la flexibilidad de su horario: desde las 21 horas hasta las 4.30 de la madrugada, y al que se puede acceder directamente-con el único requisito de presentar su documento nacional de identidad o pasaporte-o bien reservando su mesa al número 281XX XX o fax 281 XX XX.
3.- La administración Clinton decidió ayer, en lo que parece ser los preparativos finales para una eventual invasión de Haití y en medio de la creciente oposición popular y de la posición republicana, enviar a las costas de este país caribeño a dos portaaviones… (El periódico, 14-9-94)
4.- La pasta, si se prepara con imaginación, puede ser, incluso en los banquetes más formales, un plato muy apreciado.
5.- A más de cincuenta mil personas, en menos de un mes en el sur de Asia, han causado daño los sismos y maremotos.
6.- Frente a los 46,000 pesos que corresponden al monto vigente para el 2004, desde el primero de enero, el impuesto para salir del país sube a 49.000 pesos
7.- Se han difundido varios chismorreos sobre los príncipes a través de la prensa española en los últimos meses
8.- No sabía que los hospitales no podían negarle el servicio a ninguna persona así no estuviera afiliada.
9.- Las especificaciones técnicas del Balance no compiten con las de los portátiles de los grandes fabricantes, cubriendo las necesidades básicas de muchos usuarios.
10.- Habiéndolo ordenado el jefe, hay que obedecer.
11.- Considerando que no hay pruebas, se debe aplazar la sesión.
12.- Conociendo su forma de actuar, no hay duda.
13.- Se ha estudiado el caso, resultando culpable.


Recomendaciones

1.- Ten cuidado con las oraciones largas. Pon especial atención sobre las que tengan más de treinta palabras. Comprueba que se lean fácilmente.
De esta manera, estudios realizados sobre el aprendizaje en animales recién nacidos muestran que estos, por instinto, tienden a identificar al primer ser moviente como uno de sus padres. Cuando uno de ellos falta, buscan a otro animal, incluso de diferente especie- un ser humano, por ejemplo-para reemplazarlo.

Todo ello se realiza dentro del ambiente más selecto en el que pone nota de distinción una relajante decoración, con múltiples y bellas plantas de interior. Como ya hemos mencionado, este establecimiento destaca por la flexibilidad de su horario: desde las 21 horas hasta las 4.30 de la madrugada. Se puede acceder a él reservando su mesa al número 281 XX XX o fax 281 XX XX, o bien directamente-con el único requisito de presentar su documento nacional de identidad o pasaporte.


2.- Limitar los incisos
Los incisos son frases que se intercalan en la oración principal y dan información complementaria, pero pueden llegar a alargarla innecesariamente y hacerla confusa.
La administración Clinton, y de la oposición republicana, decidió enviar a las costas de este país caribeño a dos portaaviones


3.- Si los incisos son necesarios, sitúalos en la posición más conveniente, de tal manera que no separen las palabras que están relacionadas.
En esta oración los incisos pueden ir al final. Incluso pueden cambiar de lugar, pues son información adicional:
a) La pasta puede ser un plato muy apreciado, si se prepara con imaginación, incluso en los banquetes más formales
b) La pasta puede ser un plato muy apreciado, incluso en los banquetes más formales, si se prepara con imaginación.


4.- Busca el orden más sencillo de las palabras (sujeto-verbo-objeto). Evita las combinaciones rebuscadas.
Los sismos y maremotos han causado daño a más de cincuenta mil personas, en menos de un mes, en el sur de Asia.


5.- Comienza la oración con información relevante. No dejes lo más importante al final.
El impuesto para salir del país sube a 49.000 pesos, desde el primero de enero, frente a los 46.000 pesos que corresponden al monto vigente para el 2004.


6.- No abuses de las construcciones pasivas, de las negaciones ni del estilo nominal: oscurecen la prosa
Construcción activa, más adecuada:
La prensa española ha difundido varios chismorreos sobre los príncipes en los últimos meses.


7.- Evita las negaciones
Creía que los hospitales podían negarle el servicio a cualquier persona que no estuviera afiliada.


8.- Revisa el uso de gerundios
Las especificaciones técnicas del Balance no compiten con las de los portátiles de los grandes fabricantes y cubren las necesidades básicas de muchos usuarios.

Si lo ordenó el jefe, hay que obedecer.
Si se considera que no hay pruebas, se debe aplazar la sesión.
Porque conozco su forma de actuar, no hay duda.
Se ha estudiado el caso y resultó culpable.











martes, 29 de enero de 2013

Miguel Delibes: “Aborto libre y progresismo” (ABC, 2007)



Por Enrique Sánchez (coordinador del departamento de Español, PUCMM-CSTA)
MIGUEL Delibes, uno de los mejores escritores españoles del siglo XX, analiza en este ensayo (publicado en el diario español ABC) tanto el tema del aborto libre –o legal– como la respuesta que da a esta cuestión gran parte de la “moderna ‘progresía’”. Delibes, premiado profusamente por sus novelas, pero también reconocido por sus ensayos, fue abogado antes de escritor. Y es oportuno mencionarlo, pues este texto vertebrará su argumentación en torno al derecho: el de la madre a decidir sobre su cuerpo y el del embrión, como se verá, a tener un cuerpo (que, en su desarrollo pleno, no existe más que en potencia: como posibilidad futura de realización). Un derecho rebatido por un progresismo desnortado, que ha perdido su esencia y su camino, que era y debería ser la defensa del más indefenso.

Puede ser oportuno, dada la importancia del concepto en el ensayo, mencionar qué se entiende por “progresismo”. El término procede, en sentido amplio, de la creencia ilustrada en el progreso de la civilización; esto es, la convicción de que el perfeccionamiento continuo, tanto en el plano científico-técnico como en el plano ético, es una pauta natural de evolución humana. Para el “progresista” la edad dorada no está ya ubicada en el tiempo pasado, a las espaldas; sino ante nosotros, en el porvenir. Desde la Ilustración y la Revolución francesa (1789) muchos pensaron que el despliegue de la racionalidad humana conduciría a cotas crecientes de conocimiento, bienestar material y libertades político-sociales. El marqués de Condorcet, por ejemplo, escribía en 1793 “que la perfectibilidad del hombre es realmente indefinida; que los progresos de esta perfectibilidad, independientes de todo poder que quisiera detenerlos, no tienen ningún otro acabamiento que la duración del globo en que nos ha lanzado la naturaleza”. Para estos progresistas lo importante ya no era la Providencia (el cuidado con el que Dios cuidaría de sus criaturas y, en cierto modo, de la Historia), sino el Progreso, el avance continuo de la humanidad hacia mayores cotas de bienestar económico, científico y socio-cultural.

El progresista, pues, es aquél que contribuiría con sus ideas y acciones al avance de la humanidad. En términos históricos, el progresismo se asoció en el mundo occidental a la defensa de los principios ilustrados: la libertad, la naturaleza, el progreso, la tolerancia, la defensa del débil, la educación y la defensa de un Estado secular, esto es, no religioso o confesional. Puede reseguirse la idea, durante los siglos XVIII y XIX, en filósofos como Kant o Hegel, y en sociólogos como Comte. De algún modo, el progresismo se asociará políticamente con los partidos de “izquierda” (los más influidos por el marxismo y el socialismo), y se opondrá a los denominados “conservadores” o “reaccionarios” (más propensos a defender el statu quo). Durante la segunda mitad del siglo XX, los progresistas seguirán promoviendo la defensa de los grupos sociales más relegados (los derechos de los negros en Estados Unidos…) y de las naciones asoladas por la guerra, como Vietnam. Además, el progresismo sumará a sus principios tradicionales la promoción de la “libertad sexual” (seña de identidad del “mayo del 68” o del movimiento hippie) y del ecologismo. Frente a la expansión imperialista, se propugnará la paz; frente a la explotación de los recursos naturales y la contaminación, se promoverá la ecología.

Delibes parte del grito famoso de las manifestantes proabortistas (“nosotras parimos, nosotras decidimos”) para preguntarse si tal postulado es legítimo. El ensayista comienza el examen de la cuestión con una concesión al argumento de las manifestantes (“en principio, la reclamación parece incontestable”), aunque lo ponga en duda inmediatamente después: “… y así lo sería ni lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión”. Nótese, además, el talento literario del ensayista, capaz de articular una oración muy compleja de modo rítmico y claro, sin que el lector se pierda nunca en sus meandros.

Nuestro escritor, que mostrará a lo largo del ensayo su talante ecuánime (lo que aumenta su poder persuasivo), reconoce que nos encontramos ante una cuestión difícil, que “puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra”. Pero Delibes, al que no arredran los escollos intelectuales del camino, avanza hacia el corazón metafísico del problema. Y es que, pese a las divergencias, “una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad”. De ello deduce el autor que “el aborto no es matar” o asesinar, sino truncar o “interrumpir vida”. En este punto, Delibes asume la terminología de los proabortistas (que definen el aborto como “interrupción del embarazo”), pero, a diferencia de ellos, no detiene allí su razonamiento. Se trata de vida humana, de un feto que “carece de voz” pero que, “como proyecto de persona que es”, demanda “que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio”.

En el siguiente párrafo el ensayista ilustra la discusión bizantina que se forma en torno al aborto, acudiendo a la contraposición que plantea una socióloga americana –Priscilla Conn– “entre dos valores: santidad y libertad”. Delibes deja pronto de lado el concepto de santidad (por sus resonancias religiosas y, por tanto, no compartidas por todos) y discute el otro concepto –“libertad”–, que no está connotado religiosamente. Aquí contrapone el escritor la “libertad para su cuerpo” de las partidarias del aborto, a la libertad “que podría exigir el embrión, si dispusiera de voz, […]: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres”. Obsérvese cómo el escritor menciona el término “madre” –tan denostado por el movimiento feminista y por la ideología de género–, ligándolo además al término “presunta” (que, según el DRAE, “se dice de aquel a quien se considera posible autor de un delito antes de ser juzgado”). De esta manera, y de modo sutil, sugiere que las proabortistas consideran la posibilidad de ser madres (algo sagrado para todas las culturas y religiones de la humanidad) no sólo con desagrado –son “reacias”–, sino casi como si de un delito se tratara.

Y, acto seguido, de nuevo con ponderación (el adverbio “seguramente” denota cierta cautela), afirma que “el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro”. Empleando una terminología diferente (“libertad para su cuerpo”, “libertad para nacer”…), nuestro escritor defiende el “derecho a la vida”, reivindicado una y mil veces por el movimiento provida. Porque, aunque no lo afirme de modo explícito, Delibes considera al embrión “persona” y, por tanto, sujeto de derechos. En su argumentación, y aunque no la mencione directamente, nuestro escritor asume la distinción aristotélica entre “potencia” y “acto” como formas de ser. Para Aristóteles, “ser en acto” es la substancia tal como se nos presenta en un momento determinado, entendiendo por “ser en potencia” el conjunto de posibilidades o capacidades de la substancia para llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es; para alcanzar en acto lo que de hecho ya es, pero sólo como potencia.

Según estos principios, confirmados por la ciencia genética (el ADN de un feto es el mismo que el de un anciano, pues en él está ya contenido todo el desarrollo posible de la persona), un feto es tan persona como una mujer o un hombre maduros, aunque esas potencialidades no estén por el momento desarrolladas. Y, aunque no plantee Delibes esta pregunta, cabría inquirir, llevando a sus últimas consecuencias la lógica proabortista, por qué podría acabarse con la vida de un feto de diez semanas y no con la de un niño recién nacido, que sigue estando tan desvalido como el otro, y que no ha desarrollado todavía muchas de sus potencialidades (no posee todavía en estado pleno la capacidad sexual, racional o locutiva). De hecho, la posibilidad de legalizar el aborto “después del nacimiento” fue defendida en un artículo del Journal of Medical Ethics del año 2011, publicado por dos filósofos proabortistas. La conmoción entre la comunidad científica fue enorme, considerando muchos proabortistas que sus colegas habían ido demasiado lejos.

Volviendo al texto de Delibes, y tras fijar las coordenadas del debate, nuestro autor dedica el último párrafo a cuestionar el sorprendente tratamiento que dedica la “moderna ‘progresía’” a la cuestión del aborto. Nuestro autor explica, por una parte, que “antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco”. Según este ideal progresista, por tanto, “la vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos”. Ahora bien, cuando surgió el problema del aborto, “el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante”. Así, el progresismo cedió en su principal principio, “la protección del débil y la no violencia”, permitiendo –e incluso alentando– el atentado “contra el embrión, una vida desamparada e inerme”.

A continuación, a través de una alegoría muy poderosa, remacha Delibes la vergonzosa claudicación de los progresistas en su histórica defensa de la vida y los derechos del débil: “Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir”. ¿No será –arguye nuestro escritor– que el progresismo dejó de defender al no nacido porque este no estaba en condiciones de reprocharle –de impugnar o “recurrir”– la bajeza moral de su decisión? ¿Sólo existe aquél que puede hablar, que tiene voz y voto, que puede reivindicar sus derechos a través de sus votaciones y de sus discursos en los medios de comunicación? ¿Cómo puede defenderse con tanto ahínco la naturaleza –algo de por sí bueno– y retroceder de modo tan timorato ante la defensa de la naturaleza humana?

De esta manera, nuestro escritor, en un mismo movimiento, defiende el derecho del embrión y del feto a nacer (a disponer de un cuerpo), y ataca a los autodenominados progresistas por su renuncia al máximo de sus principios definitorios. Y no sólo eso, sino que, tras aseverar que siente “náusea” ante el aborto (igual que ante una explosión atómica o una cámara de gas), añade que los verdaderos progresistas son aquellos que “aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia”, incluyendo entre los indefensos al feto y entre las formas de violencia, por supuesto, al aborto. La grandeza retórica de este ensayo, más allá de la precisión de sus conceptos y la claridad y pureza de su lenguaje, se encuentra en la originalidad de su aproximación al tema.

No defiende Delibes el derecho a la vida desde los consabidos presupuestos religiosos (el alma que tendría el embrión desde el instante de la concepción…), poco eficaces ante los ciudadanos agnóstico; ni rechaza, aún conociendo la posición proabortista de la mayoría de “progresistas”, el progresismo como tal. Al revés: acoge el progresismo en su definición primigenia: en su prístina defensa del débil frente al opresor y el violento. El mérito de Delibes, por tanto, es atreverse a redefinir una palabra (“progresismo”), desgajando de ella lo que considera aditamentos espurios y movidos por el egoísmo. De este modo, al modificar nuestro autor el significado de un término clave, transforma el marco mental (“frame”), el campo de juego intelectual en el que se jugará el destino de esta cuestión. Así, lo que era considerado por muchos como conservador o reaccionario (el rechazo del aborto), se transforma en su ensayo en el espolón del verdadero progresismo: la promoción de la vida y los derechos del débil sobre el fuerte, de la humanización de la sociedad y el florecimiento último de la persona.