lunes, 28 de junio de 2010

Competencia lectora, desarrollo intelectual

Por José Alejandro Rodríguez N.

Una de las manifestaciones concretas del uso de la lengua es la lectura (además de la escritura, el habla y la escucha). Debido a su carácter complejo en sus diversas situaciones, los procesos que conlleva la lectura la convierten en una competencia reservada, por no decir exclusiva, para quines a través de un proceso sistemático han adquirido y asumido nociones lingüísticas, entiéndase desarrollo del código escrito o sistema de signos completo e independiente. Esto es, conocer las reglas lingüísticas de la lengua que se habla: gramática (Cassany 1999).

En efecto, leer comprensivamente no se limita a una actividad mecánica y repetitiva, traducida a una simple decodificación de los signos gráficos o repetición de palabras. En ese sentido, en su obra “Psicología de la lectura”, Fernando Cuetos cuestiona ciertos autores, quienes al describir los modelos de lectura, como al tratar los trastornos, se ciñen exclusivamente a los procesos de reconocimiento de palabras por ser exclusivos de la lectura y considerar que un sujeto lee cuando es capaz de transformar los signos gráficos en significado. Según Cuetos, otros autores, por el contrario, incluyen también los procesos de comprensión, pues aun cuando consideran que el proceso clave de la lectura es el de reconocimiento de palabras, ya que ciertamente si el lector no supera este estadio, no podrá terminar con los demás, la tarea no termina ahí. En suma, si no se llevasen a cabo los procesos sintácticos y semánticos, la lectura perdería su principal objetivo: transmitir información.

Ahora bien, ¿cómo se desarrollan los lectores activos, capaces de organizar y construir mensajes; y a la vez atribuir sentido y significado a lo escrito? En primer lugar, hemos de ser conscientes de las implicaciones presentes en los procesos de comprensión lectora. Y es que cuando leemos analizamos todos y cada uno de los componentes discursivos que permean el texto escrito. Dichos componentes, según María Cristina Martínez, se agrupan en tres bloques presentados brevemente a continuación:

a) Componente contextual o realidad discursiva, en el que quedan establecidas relaciones de carácter dialógica entre el enunciador (autor o escritor) y el enunciatario (destinatario o lector). Así, en todo enunciado presente en el texto escrito siempre se instaura una relación dinámica desde el acto de enunciación intencional realizado, lo cual crea, por supuesto, una relación constante entre escritor y lector, donde este último, a través de sus inferencias, construye no sólo el mensaje recibido, sino además la situación contextual que rodea al autor o escritor .

b) Componente estructural o esquemático, en el que el enunciatario o lector, a partir de sus ideas o conocimientos previos, es capaz de construir sus propios esquemas mentales. Para Van Dijk, estos esquemas facilitan enormemente la comprensión de las situaciones, ya que nos proporcionan un marco de referencia sin tener que organizarlo constantemente. Son estos esquemas los que nos ponen en contacto directo con el texto, una vez llega a nuestras manos. Es por esto que podríamos distinguir, inmediatamente, la presentación de una carta, de un poema o un recetario de cocina, por ejemplo. A partir de esto, entonces tomaremos decisiones pertinentes para la lectura, en función del género o tipología textual.

c) Componente conceptual o de conocimiento, como resultado de procesamientos semánticos que consisten en la extracción del significado o construcción representativa del texto. Este proceso surge una vez que las palabras han sido reconocidas y conexionadas entre sí. La determinación del tema general y específico, así como la relación título y contenido, además del mensaje central, son indicadores que facilitan el dominio conceptual de lo leído.

Una vez aplicados estos procesos analíticos, llegamos al resultado final de la lectura, traducido en interpretación y asunción de lo leído. De acuerdo al doctor Manuel Matos Moquete, la etapa final del proceso de lectura es lo que habitualmente se denomina comprensión o parafraseo del texto leído en forma de redacción de la idea general (producción de otro texto). Para Moquete es absurdo pensar que durante el acto de leer, el lector desarticula los procesos que conllevan a la comprensión. En ese sentido, quien lee es capaz de ir desarrollando simultáneamente diversas estrategias de lectura. Estas estrategias constituyen operaciones aplicadas por el lector, como resultado de sus competencias lingüísticas, de su universo cognoscitivo global y de su competencia comunicativa como lector.

El autor es especialista en Lingüística Aplicada.

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